Los mayores vuelven a la universidad para continuar activos o hacer trabajos de voluntariado
Nota de prensa
La UOC duplica en los últimos cinco cursos el número de estudiantes mayores de 65 años. Las nuevas tecnologías ya no son una barrera para seguir estudiando
«De mayor quiero estudiar» ya no es una frase reservada a los más jóvenes. Cada vez hay más personas que optan por seguir cursando estudios superiores más allá de los 65 años, incluso en universidades en línea, como la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Aunque sigue siendo un colectivo minoritario, en los últimos cinco cursos se ha duplicado el número de mayores de 65 años matriculados en esta universidad, especialmente en estudios no oficiales. «Durante los últimos cinco cursos han iniciado estudios en la UOC aproximadamente unas 400 personas mayores de 65 años, lo que muestra una tendencia de crecimiento que ha llevado a doblar la cifra de nuevos estudiantes desde el curso 2014-2015 (52) hasta el curso 2018-2019 (103)», explica Julio Meneses, responsable de la Unidad de Evaluación de Proyectos Institucionales del eLearn Center de la UOC.
«Dos terceras partes de estos estudiantes han iniciado estudios no oficiales, mientras que la tercera parte restante ha empezado estudios oficiales, lo que incluye matrículas en los programas de grado, máster universitario o doctorado, y son mayoría los que lo hicieron en los programas de grado (63,39 %). En cuanto a la distribución por sexo, los hombres son mayoría en los dos tipos de estudios, diferencia que es ligeramente superior en el caso de los estudios oficiales, donde la proporción es de hasta casi tres hombres por cada mujer». Según los datos de Meneses, el perfil de los estudiantes mayores de 65 años se corresponde mayoritariamente con el de un hombre que se propone realizar unos estudios no oficiales, «probablemente con interés en ampliar sus conocimientos en una materia en particular, pero sin la intención de completar una titulación oficial».
Para Daniel López Gómez, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, hay varias razones que podrían explicar el aumento de las personas mayores en las universidades. La primera es que quienes ahora tienen entre 65 y 75 años «pertenecen a una generación que, en general, dispone de suficientes recursos económicos para poder seguir estudiando. Además, se trata de un grupo demográfico con un alto nivel formativo y para el que la educación ha tenido mucho valor como motor de progreso social. Y, en segundo lugar, un gran número de personas que está entre esas edades ha tenido una trayectoria laboral estable y ha desarrollado una carrera profesional, y considera esta etapa de la vida como un buen momento para seguir siendo activo y contribuir a la sociedad mediante el voluntariado, el activismo y el asociacionismo. La idea de seguir activos a través de los estudios les encaja muy bien», afirma.
Los nuevos mayores: se cierra la brecha digital
Este escenario de mayores activos modifica el estereotipo al que solían asociarse a los mayores de 65 años: ahora son personas mucho más conectadas a las nuevas tecnologías y con intereses más amplios de lo que se presuponía. «Los estereotipos “edatistas” dibujan a las personas mayores como una población cuyas capacidades de aprendizaje son limitadas o incluso nulas. Pero esta generalización es poco precisa», advierte Mireia Fernández-Ardèvol, investigadora del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC. «Numerosos estudios empíricos muestran que podemos seguir aprendiendo a cualquier edad, sobre todo si tenemos interés. Además, la categoría “persona mayor” es una etiqueta que agrupa a poblaciones muy heterogéneas y generaciones distintas. Sería bueno empezar a segmentar la etiqueta para hablar de forma más precisa de este grupo demográfico de importancia creciente», señala.
Salvador Aldana es uno de esos estudiantes mayores de 65 años que ha regresado a la universidad tiempo después de su jubilación. A sus 90 años, está matriculado en el grado de Diseño y Creación Digitales. «Mi mujer, pianista profesional, estudia Derecho en la UOC. Me dijo: “¿por qué no estudias tú también?”. Siempre he dibujado, he hecho exposiciones fotográficas… Pero, además, me ha interesado conocer nuevas tecnologías, no tengo miedo al ordenador y utilizo programas como Photoshop o PowerPoint para las presentaciones o conferencias que doy sobre arte. Hasta ahora lo he hecho por libre, pero quería mejorar y me matriculé en este grado», cuenta Salvador.
Como Aldana, para los estudiantes mayores de 65 años matriculados en la UOC, las nuevas tecnologías ya no suponen una barrera. Así lo demuestran estudios como el de la Asociación Servicios Integrales para el Envejecimiento Activo (SIENA): el 44 % de los mayores recurren a redes como Facebook o WhatsApp para evitar la soledad, mientras que la segunda vía son las llamadas telefónicas a familiares, amigos y vecinos (23 %).
«Hay una brecha digital de edad y el uso de internet disminuye entre la población mayor. Así, según el último dato publicado por el INE correspondiente a 2018, el 86 % de la población de 16 a 74 años es usuaria habitual de internet. Pero el porcentaje cae hasta el 49 % en el segmento de edad más mayor, el de 65 a 74 años», explica Mireia Fernández-Ardèvol. «Ahora bien, es precisamente en este grupo de edad en el que más aumenta la adopción digital, y la brecha de edad muestra cierta tendencia a cerrarse. Una vez en línea, la población mayor desarrolla estilos de usos que, más o menos sofisticados y diversificados, son relevantes para la socialización y para la gestión de la vida cotidiana», señala la investigadora del IN3 de la UOC.
Según Fernández-Ardèvol, las tecnologías digitales permiten la personalización creciente de la experiencia de usuario. Y esta característica, bien utilizada, ayuda a acompañar mejor a las minorías, que es el caso de las personas mayores: son minoría en los entornos digitales (a causa de la brecha de edad) y también en el ámbito de la educación superior. «Así pues, pueden generarse entornos más inclusivos si las dimensiones de la personalización se piensan y se diseñan desde el punto de vista y con la participación de las personas mayores», asegura.
Por su parte, Julio Meneses también cree que «a medida que aumenta el interés por ampliar la formación a lo largo de todo el ciclo vital, y particularmente en el momento en el que las barreras de acceso relacionadas con la tecnología se vuelven menos importantes, las instituciones de educación superior tienen un importante reto en todo lo relacionado con la mejora del acompañamiento de los colectivos que se aproximan a ellas. En este sentido, como universidad abierta que se propone desarrollar una oferta al servicio de las necesidades de formación del conjunto de la sociedad, la UOC tiene además una buena oportunidad para contribuir decididamente a reducir la desigualdad en las oportunidades que, tradicionalmente, han sufrido algunos colectivos como el de las personas mayores. No obstante, no debemos olvidar que en este colectivo todavía existen desigualdades importantes como la que tiene que ver con el sexo, donde aún las mujeres siguen teniendo un papel minoritario a pesar de todo», comenta.